Por: Ignacio Lagarda Lagarda
El 3 de junio de 1900, en lugar donde hoy es la escuela Leona Vicario, Yánez y Vildósola (Elías Calles), se llevó a cabo una corrida de toros en la plaza de toros “Hermosillo”, construida muchos años antes de ese año, donde el torero Manuel Ramos (Ramitos), dio todo lo que tenía de torero con toros “mochos”.
En ese entonces la calle del Piojo (Yáñez) estaba rodeada de corrales llenos de vacas lecheras y de matanza, donde vendían buena leche dando dos litros por un real (tres centavos) en tiempos de secas, y la misma cantidad en tiempos de aguas, por medio real.
En ese mismo año de 1900, el chino Sau construyó la plaza de toros “Colón”, de la cual ya hemos dado cuenta en páginas anteriores.
La cuadrilla de Ramitos, se componía de los banderilleros Farfán, Minuto y Poncianito. Como picadores figuraban el Ticket y Leoncito. Los arrogantes toros fueron escogidos con anticipación en la hacienda de los señores Camou, y esa fue la última corrida de la temporada, y la última efectuada en esa plaza.
En esa época era la costumbre de que al cerrarse la temporada de toros, a éstos no le mochaban los cuernos, para que el público se diera cuenta de que no tenían miedo de los toros puntales; en esa corrida los toros mataron muchos caballos y los toreros andaban muy seguido por las nubes o volando bajito.
En esa plaza torearon, además de los mencionados, El Chúvila, El Chino González y Cuco Hernández, y muchos otros toreros que no salían de nuestra provincia, alejados del centro del país, porque en los estados del interior no permitían torear toros mochos como en Hermosillo.
Al barrio donde estaba ubicada la plaza de toros “Hermosillo” le decían La Chicharra, porque toda esa parte de la ciudad estaba llena de mezquites, tupidos de chicharras que no dejaban dormir la siesta al mediodía con su canto eterno de la estación de secas anunciando la llegada de las primeras lluvias del verano.
En un hoyanco que había muy grande donde hacían adobes, se formaba una laguna bastante regular donde las bestias, propiedad de los que vivían cerca, bajaban a tomar agua al pardear la tarde.
Cuando la luz eléctrica fue introducida a la ciudad en 1895, como una de las mejoras y más grandes de los últimos años del siglo pasado, en la plaza de toros del chino Sau hubo una corrida de noche, alumbrada con la recién inaugurada luz eléctrica. La tan anunciada corrida de “nochi” resultó un fracaso porque los toros salían pipisquis y juaneados del toril y no veían a los lidiadores; no embestían a pesar de que les habían puesto chiltepines en el “pedorro”.
El 21 de octubre de 1900 tuvo efecto otra gran corrida de toros en la plaza “Colón”, cuyo propietario era el chino Sau. La gran plaza de toros “Colón” que, ostentando tan pomposo nombre era de madera de quinta clase, tenía un cupo para menos de mil almas, pero que para el Hermosillo de esa época estaba flamante ya que Hermosillo contaba con pocos habitantes.
Esa corrida fue a beneficio del banderillero español Vicente Sierra (Minuto) que se encontraba enfermo del hígado. La cuadrilla estaba encabezada por el valiente “mataor” de toros español Manuel Ramos (Ramitos), que en ese entonces estaba considerado como el mejor torero de la región. Su estocada favorita era el mete y saca que estaba muy en boga entre la gente de coleta, y que a los aficionados se les “afiguraba” que eran cosas del otro mundo por la rapidez con que la ejecutaba.
El torero Ramírez ejecutaba esta suerte sin pena ni gloria, porque los toros que se toreaban eran mochos. Manuel Ramos se tiraba a matar, sabiendo que lo más que podía recibir del toro era un butanazo.
Los banderilleros que acompañaron a “Ramitos” en la corrida del 21 de octubre de 1900, fueron los siguientes: Francisco Encinas (El Güero), Jesús Anaya (El Chúvila), Gonzalo Hernández (Poncianito), y como picador José Noriega (El Ticket), también participó en la cuadrilla el propio enfermo del hígado, Vicente Sierra (Minuto).
Este torero tenía tanta afición a la fiesta brava, que en cierta ocasión se efectuó una corrida de aficionados en Nogales, y teniendo en sus espaldas más de tres cuartos de siglo, se prestó como director de los muchachos que toreaban esa tarde, cuyos productos fueron destinados a obras de beneficencia, principalmente para el hospital de dicha población; él se prestó “dioquis” con el propósito de ayudar…
Manuel Ramos Ramitos
El diestro Manuel Ramos (Ramitos) nació en 1867 en Tomares, provincia de Sevilla España.
Manuel Ramos (Ramitos) – El Rey del Capote al Brazo había sido novillero en Sevilla, y enlistado de militar, profesión en la que tenía 10 años de ejercicio, había llegado por barco a Veracruz, México.
Del puerto se trasladó a varias ciudades hasta que se afincó en Hermosillo Sonora, donde casó por lo civil con una dama de la aristocracia local de nombre Carolina Almada, con quien procreó 3 hijos de nombres Amparo, María y Manuel Ramos Almada; para luego divorciarse.
De ahí se muda a Nogales Sonora, con sus hijos, a los 40 años de edad, para al poco tiempo casarse por la iglesia y lo civil con la Señorita Susana Estrada, de 20 años de edad, procreando 8 hijos, falleciendo la mitad de ellos muy pequeños, y llegando a edad adulta Raúl, Emma, Gilberto y Consuelo.
“Ramitos” en sus postrimerías, toreó en Hermosillo, Guaymas y Nogales, no regresando a su patria. Dejó en sus hijos, su mejor simiente, todos gente de buen obrar y de buenos sentimientos, quienes agradecidos, se encargan de preservar su honorable memoria.
Falleció 1 de enero de 1940 a los 73 años de edad y con veinte años de retiro y dedicado a atender un puesto en el mercado municipal de Nogales Sonora, fue invitado por el Sr. Pedro González para participar a título gratuito en una corrida de beneficencia para una institución de salud, a celebrarse el, coincidentemente el día en que se inauguraba la plaza de toros de Nogales.
Uno de los toros salió medio mormado o mormado y medio que es lo mismo, y sin muchas ganas de vacilar con nadie, siendo mucho toro para los aficionados. “Ramitos” lo toreó a su modo y como pudo, pero se veía ya que el pobre Ramitos no podía con el paquete, los años se le habían echado encima, y ya no era posible torear como en sus buenos tiempos cuando él era el amo de los ruedos… aunque con toros mochos pero así estábamos acostumbrados.
En unos lances que Ramitos daba al burel, se descuidó mucho y el toro le metió un tremendo butanazo, en el mero estómago, arrojándolo al suelo; los compañeros aficionados que Manuel ayudaba, corrieron a sacar al torero del peligro y llevarlo a una barrera, lo cual consiguieron después de que el toro le dio otros butanazos cuando el diestro se encontraba “caído”.
Este golpe desafortunado que recibió Manuel por haberse descuidado, fue más que suficiente para llevarlo a la tumba al buen amigo, que no pudo soportar los golpes recibidos debido a su avanzada edad.
De la plaza de toros lo llevaron a su casa, acostándose en la cama de la cual tardó muchos días en levantarse.
Ese día había de vérselas con un toro ya indultado en otro festejo, y que tenía el doble agravante de haber sido rechazado hacía poco de otra corrida de toros, por mostrar tan malas mañas que ponían en riesgo la vida de los toreros.
Alternó ese día con un conocido español de Nogales llamado “el Taquero”, a quien se le vino encima el toro y casi lo prende, sino es porque “Ramitos” tuvo a bien aplicarse en forma heroica con su capote para hacerle un quite, pero ese día, nada propicio, por estar frío y airoso, quiso el destino que el toro asesino hiciera por la humanidad de “Ramitos”, embistiéndole y lanzándolo muy alto para caer de espaldas sobre el albero trastornándose huesos y pulmones.
Sacando fuerzas de flaqueza, de donde ni aire había, se enderezó como un valiente, sacudiéndose la tierra del terno de luces, con gallardía, para ser llevado por las asistencias, a la enfermería, donde solo le aplicaron yodo en las heridas de su rodilla, y ya aposentado en casa, empezó con mucha fiebre, siendo atendido por el Dr. Joaquín Rincón, quien diagnosticó neumonía, falleciendo de estos padecimientos al siguiente 7 de enero de 1940.
Fue sepultado en el Panteón Nacional, después de velarlo en su casa de la calle Rosario No 16 en Nogales Sonora, México.
PLAZA DE TOROS MEXICO
Una mañana de junio de 1909 el chino Juan Sau, popular y gran tipo nacionalizado mexicano, propietario de la Plaza de Toros “Colón” ubicada donde hoy se encuentra el Edificio FER, compareció ante el Sr. Don Francisco Aguilar, Prefecto Político de Hermosillo, quien le dijo:
– Mira Sau, te voy a imponer una fuerte multa por el derrumbe en plena corrida de tu plaza. Ese descuido tuyo, pudo haber costado algunas vidas…
Sau, muy correcto le respondió:
– ¡mu bien, señol plefecto, vale má pagal mucha multa, que no mucho muelto!
Al quedar inservible la plaza Colón, don Francisco Escalante y don Lucas Pavlovich, construyeron en la Guerrero y Oaxaca, con frente a la Matamoros una más grande, elegante y cómoda que la Colón a la que le pusieron Plaza de Toros México y en 1900 por primera vez en el Estado, don Francisco Díaz hizo la suerte de Tancredo.
Torearon ese año Manuel Ramos –Ramitos-; Refugio Hernández “El Cuco”; Juan Calles “Barberillo” y los Banderilleros Jesús Salazar “El Charrito” y Jesús Chávez “El Minuto”.
En todas estas corridas actuó como picador Jesús Anaya “El Chúvila” y como torillero el estimable y viejo amigo Antonio Gallegos, uno de los contados carreteros con que aún cuenta nuestra ciudad, hizo alarde de belleza, gracia y valentía la cuadrilla de mujeres dirigida por Dolores Platt “Lolita”. Otro que actuó mucho en esa plaza fue el vaquero Manuel Ruiz “El Mocho”.
En el rastro de la ciudad, en los barrios, calles, cantinas y en cualquier lugar, no se hablaba de otra cosa más que de “capote”, “espadas”, “banderillas de fuego”, “estoque”, “Tancredo” y se discutía de la bravura y nobleza de los toros de las ganaderías de “Las Rastras”, “Noria del Verde”, “Pozo Crisanto” y “El Ranero” y en los bailes de barriada, alumbrados con linternas, se cantaba a coro el paso doble “El Machaquito” y el españolísimo “Dúo de la Africana.
Con este ambiente, varios jóvenes “pomadosos”, con fines benéficos organizaron una corrida de toros por aficionados que tendría lugar en la Plaza de Toros México. Después de varias reuniones en la Maison Dore y en casas particulares, comenzaron a trabajar diversas comisiones y se nombró el “elenco” quedando integrado así: Julián Arvizu “El Boticario”, Carlos Block “Max”, Enrique Rivera “El Ronoc”, Julio C. Salazar “El Guayabero”, Julián Terminel “El Semita”, Francisco Rivera “Electro” y José Oceguera “El Guapo”. Lo más refinado y aristocráticos círculos sociales designaron las reinas de la corrida, para mí no sólo fueron reinas de la corrida, sino reinas de este mundo y reinas del paraíso y si no que lo diga el viejo con el alma tierna de Roberto Astiazarán, uno de los jóvenes con más “pep” de aquella pacífica, dulce y hermosa época… ¡Tatita Dios, que pronto se van los años!…
Hacemos especial mención del joven de aquellos tiempos, el prominente hermosillense, hoy alto empleado de la Dirección de Pensiones muy apreciable caballero que se ha especializado brillantemente en asuntos contables, don Carlos Block, que fuera en 1917 Gerente del Banco Mercantil y Agrícola situado en Garmendia y Obregón, que en aquella corrida a la que concurrió como reina la señorita Tulita Mazón, su bella prometida, dio muestras de gallardía y valor, aunque nosotros al final le damos otro sesgo.
Son las tres horas tres cuartos de la tarde del 20 de diciembre de 1909. Hay tanta gente en la plaza que ni siquiera cabe el suspirito de un enamorado. Se abre la puerta principal y en lujosas berlinas negras con los capacetes tirados para atrás, con briosos corceles arropados en finísimas mallas blancas que casi llegan al suelo, aparecen aureoladas por su juventud, donaire y regia belleza las reinas, señoritas Rosana Monteverde, Tulita Mazón, Ernestina Torres, Beatriz Ortiz, Rafaelita Salido, Mercedes Verdugo, Beatriz de la Vega y Lucila Salido. La concurrencia como impelida por un resorte se pone de pie, muda por un momento ante la hermosura de sus regias damas y sin más puertas de escape para su emoción estalla en cerrado aplauso. Detrás de las reinas aparece la cuadrilla de aficionados dirigida por el profesional Juan Calles.
Por la animación y el color de sus semblantes, estoy seguro que cada quien trae entre pecho y espalda, más de cinco “soyopeños”. Después de las dianas, el maestro don Rodolfo Campodónico se arranca con el paso doble “El Machaquito” y momentos después el clarín oficial de Juez de Plaza que lo es el joven Francisco Ayón, ordena la iniciación de la corrida.
Sale con la divisa de la Noria del Verde prendida en la nuca, un torete de uno a dos años y en el centro de la plaza con elegante verónica lo recibe el joven Carlos Block, le hace otras suertes que son premiadas con aplausos, pero luego le empiezan a flaquear las piernas y entra oportunamente al quite el Capitán de la Cuadrilla. Carlos no está conforme, parece que se quiere llevar la tarde y entra con más ardor, con más ánimo y con más valentía a enfrentarse con la bestia y jugando con el toro se lo va
llevando desde cerca de la barrera hasta el centro del ruedo. El Capitán, presintiendo algo, lo cuida de cerca, sin que se dé cuenta Carlos y ahí en el centro le da unos pases de capa que hacen poner en pie al público, da unos pasos adelante, provoca al toro, la bestia embiste con furia y rosa con sus astas el cuerpo del joven torero que de inmediato se voltea buscando al toro, la bestia se devuelve y encuentra al torero sin capa, erguido, majestuoso y el animal pasmado de la valentía de su adversario a menos
de dos metros se para y se queda contemplándolo, ante este cuadro el público en un inmenso grito de angustia y de alegría, le arroja sombreros, flores y lo aplaude hasta el delirio y Carlos permanece aún de pie, firme, erguido… ¿Fue el valor del joven, origen de este acto? No; fue que no pudo moverse de su sitio por la vergüenza que sufrió de verse en trapos menores, porque el toro le había tumbado los pantalones…
ESTIMADOS AMIGOS:
Fernando Andrade Domínguez
Se tiene información de boca en boca de que la primera plaza de toros que se ubicó en Hermosillo fue la que se estableció en las calles Niños Héroes y la calle Novena (Hoy Zoyla Reyna de Palafox). posteriormente en los terrenos que ocupa el edificio FER en Matamoros y Colosio se ubicó una placita de toros que regenteaba la familia de ascendencia China de apellido SAU.
En Villa de Seris existió una placita de toros en lo que posteriormente fue el
Cine de Villa de Seris. y finalmente allá por los años cincuentas se inauguró la Plaza de Toros llamada “CINE ARENA” que después quedó únicamente como Arena de Box y cine y en la actualidad casi desapareció y allí se ubica el popular COBACHITO de las calles Iturbide y Veracruz de la colonia “Cinco de mayo” a saber…..
Gracias.
PACHANGA TAURINA. Al estilo de los buenos tiempos de Hermosillo, cuando había magníficas corridas de aficionados en el coso de Villa de Seris hace ya poco más de un cuarto de siglo, se prepara para el 16 de noviembre próximo una gran pachanga taurina con los mejores matadores locales. La corrida será en la nueva plaza de toros de esta capital y las utilidades a beneficio del manicomio en construcción.
30 de octubre de 1945.
EL IMPARCIAL
FUENTES:
Enrique Contreras Sierra. Cosas viejas de mi tierra. Capítulo XL.
Emma Ramos Viuda de Arriaga. Manuel Ramos: Ramitos, El Rey del capote al brazo.
Fernando Galaz Abril. Desde el cerro de la campana. Plaza de Toros México. Páginas 40 a la 45.
http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/21678/Capitulo6.pdf